Más información sobre el tercer encuento del taller [aquí]
———————————————————————————->>> >> >
Arthur Danto (extracto de La trasnfiguración del lugar común)
[…] Supongo que podría ser Duchamp el primero que sentó el precedente histórico y artístico, y llevo a cabo el sutil milagro de transformar en obras de arte los objetos banales del mundo (Lebenswelt) cotidiano: un peine, un botellero, una rueda de bicicleta, un urinario. Situando estos objetos poco edificantes a una cierta distancia estética es posible apreciar sus acciones, entendiéndolos como candidatos improbables al goce estético: demostraciones practicas de que la belleza se puede encontrar en los sitios mas improbables.
Se puede ver a Duchamp en estos términos, pero semejante visión no seria sino un comentario de laboratorio, tal interpretación deja en la mas absoluta oscuridad la pregunta de como tales objetos consiguen ser obras de arte, ya que todo lo que se habría demostrado es que poseen una dimensión estética imprevisible. Por lo tanto, era necesario empezar desde el principio, cuando los objetos transfigurados estaban sumergidos en la banalidad que su potencial para la contemplación estética permanecía bajo vigilancia incluso después de la metamorfosis. De esta forma, la pregunta sobre qué los hacia ser obras de arte se podría abordar sin tener en cuanta ningún tipo de consideración estética. Creo que esta ha sido la aportación del pop art de Andy Warhol.
Recuerdo la embriaguez filosófica que sobrevivió al rechazo estético de su exposición de 1964, en lo que entonces era la Stable Gallery, en la calle 74 este, donde los facsímiles de los envases de brillo se apilaban unos sobre otros. Salvo por algunos comentario por lo bajo sin importancia, la Brillo Box fue aceptada inmediatamente como arte; pero la pregunta se agravo aun mas: ¿por qué la cajas de Brillo de Warhol eran obras de arte, mientras que sus banales homólogos, en las tiendas, no lo eran?. Por supuesto había claras diferencias: las de Warhol estaban hechas de madera enchapada y las otras de cartón. Pero incluso si esto hubiera sido al contrario, filosóficamente todo hubiera permanecido inalterado, dejando axial la opción de que ninguna diferencia material distinga la obra de arte del objeto real.
Ya que alguna definición de arte debe acompañar a las cajas de Brillo, es evidente que tal definición no puede basarse en un examen de las obras de arte. Las cajas de Warhol hacen incluso de esta presunta indefinición un problema, ya que tanto se parece a lo que por común acuerdo no son obras de arte e irónicamente hacen urgente el tema de la definición […]
Las fotos que acompañan este fragmento de texto son:
–Fuente de Marcel Duchamp, 1917
–Brillo Box, Andy Warhol, 1964
–Contenido y Forma, Emiliano Miliyo, c. 2001