sobre fábulas y confabulaciones…

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cualquier semejanza con el sistema del arte… no es pura coincidencia.

Jorge Sepúlveda, en su seminario-taller sobre teoría y crítica de arte como arma de destrucción masiva, rodea una idea, la acorrala y luego te la tira -como en el ya clásico juego del quemado– “atajala, devolvela o que te queme vivo”: la obra de arte es una fábula… y toda fábula, necesita confabulación.

Aquel, es un comentario de índole práctico, al cual le siguen -o debería seguirle- una serie de preguntas en torno a las acciones y relatos que vemos en otros, en la prensa, en las galerías y demás agentes; pero también, y para los más autcríticos, preguntas sobre la propia praxis.

Confabulación, no es algo malo (lo aclaramos, porque suena maquiavelicamente a trampa). Confabulación, es aura. Confabulación, es imagen. Confabulación, es relato, mito y realidad (desde que sabemos que algo como lo “real” no existe, sino que se construye). Y si lo que estamos buscando es insertarnos en esta realidad, sea la del mundo de las exposiciones, o sea cual sea, tenemos que participar de sus reglas.

En este curso, perseguimos esas reglas, pretendemos hacerlas lo más explícitas posibles, buscamos dar las herramientas para participar con y en ellas, modificarlas o criticarlas con propuestas…

[es una historieta de Quino, publicada en Déjeme inventar, de Ediciones de la Flor, originalmente en 1983… rescatada del olvido, este fin de semana mientras hacía orden entre mis libros heredados]